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Violeta Rejas:
Manuela nació en el contexto de la España de los años 20 del pasado siglo, un contexto que reservaba a las mujeres el mero papel de esclavas domésticas sin posibilidad alguna de emancipación ni de desarrollarse como seres humanos. Eso lo supo bien pronto Manuela al nacer “en el lugar del hijo” que su familia esperaba y sufrir desde entonces el rechazo y el maltrato de unos padres que nunca llegaron a creer en ella ni a quererla.
Pero, a pesar de esa soledad que marcó su infancia, Manuela nunca se rindió ante los continuos reveses que fue recibiendo de la vida ni dejó de luchar en pos de sus sueños. Unos sueños que florecieron en su corazón a la edad de 11 años cuando decidió, ante la burla y la falta de fe de los que la rodeaban, que quería ser ilusionista para repartir magia y esperanza entre sus semejantes.
Y así comenzó su continua lucha contra las adversidades, contra la miseria de la guerra y la posguerra, contra el hambre y la pobreza y, ya, en los últimos años de su vida, contra un cáncer ante el que nunca se ha rendido.
Y así, con esa esperanza y espíritu de lucha siempre irredentos, Manuela alcanzó su sueño de ser ilusionista, de hacerse a sí misma hasta convertirse en una persona que va repartiendo ilusión allí donde aparece. Una ilusión que recogió de la maleta de un mago ajusticiado por los fascistas y del baúl americano de Iris -su eterna amiga y mentora, la que la ayudó a convertirse en Violeta, la maga Violeta-, cuyos valiosos contenidos no deberían perderse el día que venga a reclamarla la muerte. |
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